Archive for the ‘Pantallas’ Category

Benedict

18 enero 2015

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Un reciente ejemplar de la revista TIME tiene como tema principal la innovación desde la genialidad a propósito del estreno de The imitation game -la estupenda película que gira en torno a Alan Turing y diversos pasajes de su vida, especialmente su contribución durante la segunda guerra mundial para descifrar el código de la máquina Enigma-. Son muy

Pero de todo eso quiero referirme en especial a Benedict Cumberbatch — the first actor in history to play Sherlock Holmes who has a name more ridiculous than “Sherlock Holmes” – según escribía  Caitlin Moran en The Times el día después del estreno de A Study in Pink. Benedict es un actor superlativo. En mi opinión, el mejor de su generación. Es especial desde su nombre, que llama la atención: así en la revista Time  It sounds like something you’d find in an eccentric prelate’s vegetable garden. Benedict’s mother Wanda Ventham advised him to choose a moniker less … cumbersome … for his acting career; his father went by the stage name Timothy Carlton. But the young man must have appreciated the curious loftiness of this word, which comes from Old English and loosely means “stream in a valley.” And after all, the name was his. So he found roles suitable for a Benedict Cumberbatch: men above and apart, like Sherlock Holmes in the BBC series, Julian Assange in The Fifth Estate, Stephen Hawking in a TV movie […].

Está especializado en interpretar personajes geniales. Desde ese brillante Sherlock, al villano interestelar de la última Star Trek. También Van Gogh, Stephen Hawking o el menos conocido pero igualmente impresionante Christopher Tietjens de Parade’s End, adaptación de una obra que forma parte del canon de literatura inglesa del siglo XX de Ford Madox Ford y de la que yo no había oído hablar hasta ver la soberbia adaptación de la BBC y HBO.

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Dos detalles más.

 

La palabra de moda en inglés en 2013 fue selfie -su adaptación española «selfi» (que nadie usa: admitimos que vamos un poco tarde pero al menos lo decimos conforme al original) lo fue en 2014 (en inglés en 2014 fue vape). Y que quieren que les diga. A mi eso del selfie me parece a estas alturas hasta vulgar. Como concepto y como acto artístico incluso, diría que el  photobombing es mucho más interesante. Y atreverse a fotobombardear a U2 en la gala de los Oscars (perdón OSCARS® -aquí me daría para un spin off sobre las reglas de uso de la marca ajena) denota un valor que no tiene nada que envidiar al de sus personajes.

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En fin, no quería dejar de mencionar un detalle  que me hizo mucha gracia (y no está mal eso de definirse como slightly old-fashioned). – You recently announced your engagement in the U.K. newspaper the Times, as many British noncelebrities do. How come? -I’m slightly old-fashioned. It’s what I would have done if I weren’t famous. That’s the idea. It’s to normalize it. So it was just about me announcing it in a traditional manner–traditional in the sense that lots of people still do that.

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The lunchbox (Dabba)

16 julio 2014

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Este artículo de Javier Sampedro en El Pais el domingo pasado me puso sobre la pista. El artículo y la película -estrenada en España con el título en inglés, eso sí con el sustantivo lunchbox en minúscula- giran en torno al sistema de reparto diario de miles de tarteras en Bombay (yo nunca he usado esa palabra en mi vida: si acaso digo fiambrera, aunque también tupper y por influjo de mis hijos carmanyola).

El artículo, del que extracto solo una parte, merece leerse entero: «Su celebridad tiene mucho que ver con el estudio de la escuela de negocios de la Universidad de Harvard mencionado por el dabbawala de la película, que ha enaltecido al servicio de reparto como el más eficaz del mundo, con una tasa de error inferior a una de cada millón de entregas. Es lo que las escuelas de negocios conocen como “seis sigma”, una especie de nirvana de la actividad empresarial al que todos aspiran y del que casi nadie puede presumir. Ni siquiera Amazon, DHL o FedEx, que podrían considerarse los dabbawalas de la globalización. El sistema tiene 120 años de historia, y actualmente cuenta con unos 5.000 dabbawalas que, de alguna manera, logran distribuir 130.000 dabbas o tarteras desde el domicilio en que una mujer las prepara hasta la oficina en que su marido se las come; luego recogen las tarteras vacías y las devuelven al ama de casa. Todo ello con una puntualidad y precisión sobrecogedoras que, en efecto, han asombrado a los de Harvard, y pese a que cada tartera tiene que recorrer decenas de kilómetros y cambiar de manos tres o cuatro veces a través de un monumental embrollo de bicicletas, carritos y transbordos en el tupido y petado sistema de ferrocarriles que es el orgullo de la ciudad. La proeza resulta aún más asombrosa si se tiene en cuenta que casi ningún dabbawala sabe leer».

Vista la película, también merece recomendarse. Es preferible verla después de comer o cenar para no pasarse el rato suspirando. Es imprescindible verla en versión original: los protagonistas intercalan el hindi -imagino- con el inglés. Y como sucede en el cine -para nosotros- más exótico, las voces y sonidos originales son fundamentales para meterse de lleno en esos mundos lejanos. Las entonaciones, las cadencias de las frases …

The Birth of Empire: The East India Company (documental de la BBC)

14 mayo 2014

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Excelente documental en dos capítulos, emitidos estas dos últimas semanas. Una breve descripción ya nos indica lo que viene: Dan Snow travels through India in the footsteps of the company that revolutionised the British lifestyle and laid the foundations of today’s global trading systems. Solamente con ver la cuidada página de la BBC Two dedicada a ellos nos anima a levantarnos y tararear el Rule Britannia. Después de verlos, parafraseando a Woody Allen me entran ganas de invadir la India

Inside Job

12 julio 2013

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Puede verse en v.o.s.e en http:// vimeo.com/24981578

No la había visto hasta ayer, aunque ya hacía tiempo que tenía ganas. Explica bastante bien la crisis financiera, su origen y su desarrollo. Había leido bastante sobre el tema, incluyendo partes importantes del informe The Financial Crisis Inquiry Report así que no me aportó demasiados conocimientos nuevos, pero desde luego sí reafirma mucho algunas ideas.

En todo caso Inside Job me parece una recomendación para todos los públicos, es didáctica así que es muy adecuada para estudiantes. Pero entra en una serie de detalles que la hacen, creo, interesante para miradas más expertas. Por ejemplo, en el campo que conozco mejor de todos los que se trataron, las cuestiones sobre corporate governance en sentido amplio. Es decir, las ideas relativas al funcionamiento de los consejos de administración, la aprobación de una serie de incentivos perversos, en definitiva los problemas de executive pay que están sobre la mesa. También me pareció especialmente interesante el papel de los académicos, de los economistas prestigiosos que escribían papers en teoría como universitarios independientes pero en la práctica remunerados por aquellos cuyas posiciones defendían (creo que esto aquí no pasaría porque por suerte o por desgracia esto es muy pequeño y nos conocemos todos, además de que lo que digan los académicos en este país no se tiene en demasiada consideración -me refiero en términos de generar opinión-). Algunos no quisieron intervenir en el documental, pero los que acceden a hablar quedan retratados. El corolario final, demoledor, es ver -recordar- el equipo que nombra Obama.

El tema es -y sigue siendo- de una gran actualidad en Europa (redactando esta entrada y buscando algún enlace me sale un titular del FT: July 10, 2013 6:23 pm EU moves to curb executive pay at bailed-out banks By Alex Barker in Brussels) y también entre nosotros. Actual desde la perspectiva del mercantilista. Basta ver el programa del I Congreso UAM de Derecho Mercantil. En el ámbito de la política también tenemos un ejemplo en la reciente comparecencia de Adolf Todó, extrañado de que el diputado que le interpela disponga de los datos de su contrato (firmado con representantes de diversos partidos y sindicatos).

Ian Rankin and the Case of the Disappearing Detective

17 noviembre 2012

La semana pasada la BBC One emitió un excelente documental -que pude ver ayer- protagonizado por el escritor escocés Ian Rankin que explica ante la cámara -en una especie de video diario- el proceso de gestación de su última novela Standing in Another Man’s Grave, en la que recupera -después de su jubilación hace unos años- a su personaje fetiche, John Rebus, un (ahora ex) policía de Edimburgo que responde al arquetipo del género. Tozudo, insobornable, algo solitario y en permanente lucha contra el sistema en lo que a jerarquías, procedimientos y superiores incompetentes se refiere.

El documental me parece magnífico, y sobre todo permite comprobar como el proceso de creación es siempre parecido. Aunque uno escriba sobre muertes en Escocia o sociedades de capital en España. Desde el 2 de enero en que se se sienta ante el teclado con una carpeta llena de anotaciones dispersas hasta el 28 de junio, que le envía a su editora el (iba a decir manuscrito) archivo original, vemos como Rankin tiene problemas en arrancar, no tiene ni idea de por donde va a ir y cómo tiene muy claro desde el principio que el propio libro lleva al autor en una dirección que éste ni siquiera hubiera imaginado. Yo creo que eso nos ha pasado a todos.

Aquí va el link. Parece que solamente se puede ver desde el Reino Unido. Parece que es muy fácil «engañar» al servidor haciéndole creer que uno está en el Reino Unido. Parece que es un tema de ISP y de IP.

Cuanto mejor, peor: Infocuria

31 enero 2012

La página web de jurisprudencia del TJUE se ha reformado recientemente. Y de nuevo -como decíamos hace poco sobre el CENDOJ, aunque por fortuna hubo rectificación- para mal. Antes uno entraba y veía a golpe de pantalla de una sola vez un número considerable de sentencias, bien indexadas, con el nombre de las partes, el estado y el tema: lo básico para saber si valía la pena abrir y mirar. Ahora el sistema se ha modernizado. El diseño, que antes prácticamente no existía (y eso a mi juicio le hacía merecedor de un premio al diseño), es ahora lo más destacado. Con una gama de azules y grises y unos recuadros enormes que ocupan toda la pantalla para reseñarnos una sola sentencia, parece que ha primado sobre la funcionalidad. A falta de poder ver de manera intuitivamente rápida el contenido al menos que nos guste el envoltorio. No sé qué habrá costado este cambio, no sé si se han hecho pruebas previas de satisfacción a los usuarios, pero estoy casi seguro de que quienes hayan diseñado eso no han usado la página antes. Ni la usarán en el futuro.

Claro que a lo mejor soy yo, que me he vuelto un cascarrabias inmovilista, porque estos dias me ha pasado lo mismo como suscriptor de La Vanguardia. A través de su página web uno tenía antes un acceso comodísimo a la versión impresa, con descarga en pdf de páginas individuales, con posiblidad incluso de hacer corta/pega en los artículos … ahora eso ya no es posible. Ahora te obligan a descargar un programa para hacerte de lector en tu ordenador. Déjenme en paz, no quiero más programas raros.

Y en fin, ya que estamos hablando de un futuro imperfecto que ya está aquí, me permito recomendar una extraordinaria miniserie de TV, británica pero no de la BBC sino de Channel 4: son solamente tres capítulos, a cual más perturbador. Se llama Black Mirror. Ah, y mejor no saber nada de ella: solamente que es imprescindible.

A Mario también le gusta Omar

28 octubre 2011

Describir en una linea el argumento de The Wire supondría faltar a la verdad. La aproximación más simple sería decir algo así como que es una serie ambientada en Baltimore sobre policías que luchan contra el narcotráfico. Pero es muchísimo más. ‘The Wire’ tiene la densidad, diversidad, ambición totalizadora y sorpresas que en las buenas novelas parecen reproducir la vida misma. No lo había visto nunca en una serie de televisión. Eso lo dice Mario Vargas Llosa que escribió un excelente artículo el pasado domingo en El Pais titulado Los dioses indiferentes. Mostraba así su entusiasmo por la extraordinaria serie de TV creada por David Simon, también creador de la magnífica Treme, centrada en la vida en Nueva Orleans después del huracán Katrina.

El artículo de Vargas Llosa me parece espléndido, aunque con un grave error. Revela algunos detalles de la trama que solamente aparecen a mitad de la quinta y última temporada, de modo que solamente puedo recomendar su lectura a quien ya haya visto la serie, a la que me he referido aquí de manera ocasional (SAGEP: Sociedad Anónima de Gestión de Estibadores Portuarios, Hacer más con menos). En todo caso, sí merece la pena asomarse a los primeros párrafos, porque creo que su entusiasmo captará adeptos a la causa.

The Wire es una verdadera serie coral, con un montón de protagonistas que van apareciendo y desapareciendo, a veces para siempre, en un rasgo infrecuente que dado el ambiente en que se mueven los personajes da mucha verosimilitud a la trama. Los personajes están en función de la historia y no al revés. Creo que una de las múltiples capas de la serie la expresa muy bien Vargas Llosa cuando afirma que [en otras series o películas] son sujetos concretos los que se corrompen y delinquen, excepciones negativas que no afectan la esencia benigna del sistema. En The Wire ocurre al revés; es el sistema mismo el que parece condenado sin remedio, pese a que algunos de quienes trabajan en él sean gentes de buena entraña y hasta heroicos idealistas.

Hace un tiempo Nick Hornby, un escritor que también me gusta mucho, entrevistó a David Simon. Excelente entrevista, que aconsejo incluso al que no haya visto la serie.

I could have been a contender: Estibadores portuarios y derecho de la competencia

2 junio 2010

La Ley del Silencio (On the waterfront, 1954), dirigida por Elia Kazan y protagonizada entre otros por Marlon Brando, Eva Marie Saint y Karl Malden es una película ambientada en los muelles de Nueva York centrada en Terry Malloy, un ex boxeador que trabaja para Johnny Friendly un gangster que controla la labor de carga y descarga de los estibadores portuarios. Está basada en una historia real, en concreto en un artículo enmarcado en una serie publicada en el New York Sun por Malcolm Johnson galardonado por ellos con el premio Pullitzer en 1949. El tratamiento del primer guión lo comenzó a escribir Arthur Miller, que luego abandonó el proyecto por sus discrepancias con la actuación de Kazan, que en su declaración ante el Comité de Actividades Norteamericanas durante la llamada “caza de brujas” instigada por el senador Mc Carthy había facilitado los nombres de antiguos compañeros que en los años 30, como él mismo, habían sido miembros del Partido Comunista de los EEUU. Una de las características de la película es precisamente la justificación de la delación, que en el desarrollo de la historia aparece como inevitable, y de algún modo se ofrece como explicación de la conducta del propio Kazan apenas dos años antes.

La película narra una historia de restricciones a la libre competencia. En realidad una doble historia. La propia del boxeador, apartado de su carrera por no aceptar amañar un combate (I could have been a contender podría ser un buen lema para aquellos que son excluidos del mercado), y la de los estibadores que trabajan en el puerto. El conflicto que se desarrolla en la película tiene su origen en una situación restrictiva que genera las prácticas abusivas. No es de extrañar que el sector haya sido examinado en diversas ocasiones desde esta perspectiva.

La situación de los estibadores portuarios fue objeto de un riguroso análisis por parte del Tribunal de Defensa de la Competencia en 1996 (La competencia en España: balance y nuevas propuestas (cap II Parte Tercera, pp. 152 y ss.), subrayando problemas y proponiendo diversas medidas adecuadas para la necesaria liberalización del sector. Un párrafo del informe nos recuerda enormemente la situación descrita en la película: “Además en el último acuerdo, suscrito en el año 1993, se prevé también la movilidad funcional y la polivalencia entre grupos o categorías profesionales y la desaparición, a fines del año 1995, de las llamadas «manos» o «collas», esto es, el privilegio sindical de determinar el número y los componentes de los equipos de trabajo necesarios para la carga y descarga y la estiba y desestiba de un buque”. Puede verse el evidente paralelismo entre los sucesos narrados por Malcom Johnson en 1949 y la situación en los puertos españoles a mediados de la década de los noventa. Otro ejemplo puede verse en la Resolución de la CNC de 24-9-2009 (la Resolución fue recurrida y desestimada por Sentencia de la Audiencia Nacional de 4-5-2010: véase el expediente aquí.

La reforma de la Ley de Puertos (de inminente publicación en el BOE) aborda esta cuestión. A veces uno puede resumir los aspectos más destacados de una Ley, o de una parte de una Ley, yendo a la Exposición de Motivos. Pero a veces también en ellas aparece esa prosa inconfundible que caracteriza a nuestro legislador, por lo que en vez de resumir (lo que se me antoja un tanto difícil), y para evitar una poda que reduzca todo el párrafo a dos líneas, opto por las comillas: “se introducen diversas medidas de impulso a la competitividad en la prestación de este servicio, siendo destacable en este sentido, el fomento de la contratación de trabajadores portuarios en relación laboral común por encima del 25% legalmente exigible con carácter general, tanto a través de la bonificación correspondiente a la tasa de actividad, como en la determinación de los plazos concesionales a las empresas de estiba; el incremento de la relación laboral común a medida que el mercado lo permita como consecuencia de la reducción de las irregularidades del tráfico y de la automatización de las operaciones; la ampliación de la exención como servicio portuario de manipulación de mercancías del embarque y desembarque a cualquier clase de vehículos de motor sin matricular en régimen de mercancía, si bien deberá utilizarse personal de la SAGEP cuando su oferta sea igual o mas ventajosa con los mismos requisitos de cualificación que los exigidos para realizar actividades de servicio portuario de manipulación de mercancías; el fomento de las autopistas del mar y de los tráficos marítimos de corta distancia que se cargan y descargan por rodadura en buques ro-ro, ro-pax, con-ro y ferries, permitiendo la prestación de estos servicios a las compañías navieras en régimen de autoprestación; la exención de la obligatoriedad de integrarse en el capital de la Sociedad de Gestión de los Estibadores Portuarios a las empresas con licencia de autoprestación y la simplificación de los requisitos exigidos a los trabajadores para poder realizar las actividades incluidas en el servicio portuario de manipulación de mercancías”.

En fin, me parece también llamativo el nuevo recurso a la SA, técnica de organización universal: “la Ley dispone que las dos figuras que coexisten actualmente, Sociedades Estatales de Estiba y Desestiba (SEEDs), en las que las Autoridades Portuarias disponían de un 51% del capital social, y Agrupaciones Portuarias de Interés Económico (APIEs), con responsabilidad mancomunada entre sus socios y en las que se integran exclusivamente las empresas estibadoras, se adapten o trasformen, respectivamente, en sociedades anónimas con la denominación de «Sociedad de Gestión de Estibadores Portuarios, Sociedad Anónima», estableciéndose un único modelo de sociedad de gestión de la puesta a disposición de los trabajadores de estiba. Esta nueva figura, exclusivamente de participación privada, estará constituida por las empresas titulares de licencias de prestación del servicio portuario de manipulación, con una distribución accionarial alícuota por el número de titulares y proporcional por el volumen de facturación de cada una de ellas. Se consigue así un doble efecto: profundizar en la liberalización recomendada por la Comisión Nacional de la Competencia y corregir posibles posiciones de dominio. La Ley introduce también nuevos mecanismos que incrementan la capacidad de supervisión de las Autoridades Portuarias en dichas sociedades para evitar distorsiones en su funcionamiento que afecten a la leal competencia entre prestadores del servicio” (por si acaso, aviso: cierro comillas).